UN PERSONAJE QUE VA DEJANDO HUELLAS:
GUILLERMO CASTAÑEDA LEE.
No pretendo ser escritora, soy tan solo una aficionada a llenar paginas y plasmar en ellas mis pensamientos; pero cuando Amílcar Vargas me habló acerca de escribir una biografía narrativa del autor del libro “Genealogía Teculuteca, Guillermo Castañeda Lee, me dije ¿Por qué no? Si yo lo conozco muy bien, pues al fin y al cabo, soy su hermana mayor.
Don Eduardo Castañeda Cordón y Doña Berta Ross Lee Palma, contribuyeron al aumento de la población mundial, cuando entres los años 1933-1943 procrearon cinco vástagos, ocupando el tercer lugar entre ellos Guillermo, antededido por Julia y Eduardo Jesús, procedido por Carlos Beltrán y Nora Estela.
Abrió Guillermo los ojos ante el brillo del sol Teculuteco el 23 de junio de 1937, siendo ayudado a ver a este mundo por la partera del lugar, “nía” Lola Méndez, en la antañona casa de su bisabuela paterna doña Dolores Chacón de Cordón, ya que en ese entonces la mujeres daban a luz en sus hogares, asistidas por comadronas empíricas, pero que hacías muy bien su oficio.
Su niñez transcurrió como la de todos los niños de esa época, corriendo atrás de una rueda guidad por un alambre, bailando un trompo, jugando capirucho, o bien, chapas de ceda durante la Semana Santa; pero su distracción favorita era pescar en la toma con un canasto o con una lombriz amarrada en la punta de un cáñamo. También era asiduo oyente de los cuentos de espantos que por las noches contaba don Milo Terraza, rodeado de muchos patojos, que llegaba la hora de irse a sus casa, tenían miedo por las narraciones escuchadas y porque por esos días Teculután carecía de luz eléctrica.
Cuando aun tenía un año, su madre, doña Bertali, como le llamaba la gente al pronunciar unidos el nombre y el apellido, enfermo de fiebre tifoidea, por lo cual Guillermo fue llevado a la aldea La Paz, a la casa de doña Clarita Cordón de Paz, quien lo cuidó amorosamente como una verdadera madre por lo cual Guillermo aprendió a llamar a dicha señora “Mamá Clarita”.
Entre las cualidades que destacan de su niñez está el hecho de que teniendo dificultades para la pronunciación de la letra “c”, la cual pronunciaba como “t”, para ser entendido de la ingenio y recuerdo que para nombrar cada decía “taza de paredes”, y la taza la llamaba “de tomar tafé”.
También hacia mandados; un día como a los cuatro años fue a la Oficina de Correos a depositar una carta, llevando cuatro monedas de un centavo, pues Q0.04 era el valor del porte; lamentablemente perdió un centavo en el camino y al poner el sobre el mostrador la carta y las tres monedas, el encargado, don Rufino Durán, le dijo: “falta uno, vale cuatro”. En su perspicacia de niño, fue a la pulpería de la “Nía” Elvira Cordón y pidió que le cambiaran un centavo por dos medios y regreso al correo diciendo: “ahora si traigo cuatro”.
Recuerdo también la ocasión de que en casa todos enfermamos de palusimo, quedando solo él en pie, ocurriéndosele encender fuero (de leña) y hacer un cocimiento de hojas de verbena, que corto a la orilla de la toma, con tan mala suerte que cuando bajaba la olla del fogón, esta se volteo, provocándole una fuerte quemadura en un brazo.
Y me cuenta Guillermo que mientras los recuerdos de su adolescencia y la Escuela Secundaria son borrosos y le parecen lejanos, conserva algunos de su infancia con mucha claridad, como aquel día de campo a la poza del carrizal, en el que participó toda la población (antes así era, todos asistían sin necesidad de invitación), y que según le contara su papá esto fue en 1938, cuando apenas contaba con un año de edad.
Don Eduardo cariñosamente le llamaba Willy y con más cariño Güillinchín.
Sus estudios de primer a tercer grado los realizo en la localidad, siendo enseñado a leer y escribir por su padres. Concluyó la educación primaria en la Escuela “Aplicación de Belén” de la ciudad capital. Fue enviado al Instituto de Varones de Oriente (INVO) en Chiquimula, donde disfruto de una beca, graduándose de Maestro de Educación Primaria en el año 1955. Volvió entonces a la ciudad capital, se inscribió en la Facultadad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos y trabajó en la Municipalidad Metropolitana para sufragar sus gastos. Pero su sueño era pilotear un avión y aprovechando que el Ejército de Guatemala abrió la Escuela Militar de Aviación, se valió de estas circunstancias e ingresó a dicha escuela, graduándose como piloto aviador en junio de 1960. Incorporándose de inmediato en la filas del Ejército Nacional.
Como Piloto Aviador voló todas las aeronaves que existían en la época, incluyendo el avión F – 61 Mustang (uno de los famosos de la Segunda Guerra Mundial); siendo adema s la cuarta persona que en Guatemala piloteo un helicóptero y el primer instructor graduado de los mismos. Uno de sus vuelos más largos fue de Guatemala a Washington DC, llevando la marimba de la Brigada Mariscal Zabala para fines turísticos en un avión bilmotor.
En 1960 contrajo matrimonio con Olga Argentina Enríquez con quien procreó cuatro hijos, Guillermo, Olga Patricia, Marco Vinicio y Karin Sussette, siendo en la actualidad el dichoso abuelo de seis nietos que son toda su adoración, quien lo llaman “papa Memo.”
Su disciplina militar, su honradez y su capacidad le llevaron a ocupar un alto grado en la jerarquía militar, Coronel Piloto Aviador, ocupando durante su carrera honrosos cargos, entre otros, Jefe de Finanzas del Ejército, Agregado Militar de Guatemala en Washington así como ser comisionado para coordinador algunos proyectos, tales como el diseño, la construcción y el financiamiento del Centro Médico Militar y el Instituto Adolfo V. Hall de la ciudad de Zacapa; desempeñando previo a referirse, el cargo de liquidador general del FYDEP (Fomento y Desarrollo de Petén). Al final fue condecorado con la Cruz de Servicio Distinguidos.
Sin embargo sus costumbres siguen siendo sencillas , las de un hombre que tiene raíces enterradas en la campiña; y como a todo buen Teculuteco, le agradaba degustar pollo en crema con abundante lorocos, tortillas calientes con cuajada o una buena taza de café con pan de la “Nía” Clara (Origen de Tortas Mila).
Ahora ya jubilado encontró su verdadera vocación profundizar en las raíces genealógicas de la familia, vocación que se le fue afianzando a través de los años, por lo que creyó conveniente plasmar sus averiguaciones en papel, no solo para evitar olvidarlas, sino para transmitirlas a las nuevas generaciones, ya que siempre escucho decir que teculutecos como Romero y Marco Tulio Castañeda, Marco Antonio Franco y su esposa Aída Cordón Castañeda, Gonzalo Pineda Castañeda, etc., eran versados en la materia, pero que por falta de oportunidad, no lo dejaron por escrito, perdiéndose así un valioso aporte para la historia teculuteca.
Su idea original eta averiguar todo lo concerniente del origen de su familia por el lado paterno; Castañeda – Cordón, pero preguntando por aquí y por allá buscando ayuda en la personas mayores del pueblo consultando libros de nacimientos, matrimonios y fallecimientos de la municipalidad local y el Archivo General de la Nación, libro de bautizos de la Parroquia Local y consiguiendo acceso a la información que tienen recopilada los mormones; le nació la inquietud de involucrar a todo Teculután en su investigación reuniendo a si el material para su primer libro. “Genealogía Teculuteca”, del cual ya publico una segunda edición corregida y aumentada, demostrando con ello que todos los teculutecos tenemos entre nosotros algún grado de parentesco. También publicó la “Genealogía de las gentes de San José Teculután”. Pero sus ideales no ha terminado. En la actualidad esta recopilado datos de Estanzuela, Río Hondo y Zacapa (Cabecera).-
Su otra gran distracción es plantar arbolitos en una pequeña granja que posee en las cercanías de San Juan Sacatepéquez.
Y no porque se mi hermano, pero pienso que la trayectoria por este mundo de Guillermo Castañeda Lee ha dejado y sigue dejando huellas.
Redacción: Brenda Elizabeth Ramírez Salazar
Aradezco si pueden proporcionarme algún correo electronico en donde pueda contactar al Sr. Castañeda, estoy haciendo una investigación de mi árbol genealogico con Ancestros Zacapanecos
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